Este manejo agroecológico, comprobado por INIA, es una especie de “plastificado de terrenos” que permite subir la temperatura del suelo y eliminar raíces de la maleza.
Desde el año 2016, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ejecuta el “Programa para el Control Integrado y Manejo de la Maleza Mostaza Negra” que ha permitido experimentar diversas técnicas, que tienen como finalidad contribuir a la recuperación de la capacidad productiva de los suelos hortícolas y forrajeros en el Oasis de Calama, ChiuChiu, Lasana, y San Pedro de Atacama. Entre las alternativas que buscan mermar la acción de la maleza y facilitar el crecimiento de los cultivos ha tenido gran éxito la solarización.
Este método tiene como principio fundamental aumentar la temperatura del suelo, en los períodos de mayor calor (octubre a marzo), para que las raíces de la maleza se pudran y finalmente terminen integradas al terreno, que posteriormente será sembrado.
La acción se realiza en eras de pequeña extensión y se logra cubriendo herméticamente el terreno húmedo con un plástico transparente de 50 a 100 micrones de espesor. Algo así como un “plastificado” que lo deja herméticamente sellado aumentando la temperatura de la tierra hasta casi los 50 grados a 10 cm de profundidad en los meses de verano.
Es un trabajo arduo, pero da excelentes resultados, así lo ha podido confirmar, en su parcela del sector Cerro Negro de Calama, el agricultor Ricardo Chamorro quien tras aplicar esta técnica vio cómo sus tierras aumentaron considerablemente la capacidad productiva.
“Me atrevo a decir que el ensayo de solarización que se ha hecho, ha sido muy bueno. Yo lo encuentro mejor que una aplicación de químicos, porque se pone el plástico y ya no hay nada. Muere la maleza. No sale más”, comentó.
Una experiencia que el INIA replicó en el poblado de Río Grande, donde también hubo resultados favorables.
“No le tenía mucha fe, porque había hecho solarización, pero con el polietileno negro y no resultó. Entonces, ahora con el blanco (transparente) sí hubo resultado (…) por eso, con el apoyo de INIA, he sacado adelante la solarización y veo que no está la mostaza”, explicó Juana Anza, comunera de la localidad, quien se ha visto duramente afectada por la maleza.
“Esta técnica ha dado muy buen resultado. Obviamente, dependerá de cada plan de manejo del productor y la necesidad que tenga. No va a ser tan conveniente en grandes superficies por un tema de costo del plástico, pero es una muy buena alternativa, en terrenos pequeños, porque lo único que se requiere es el plástico y obviamente los rayos del sol, así que con eso andamos muy bien”, señaló Bárbara Vega, directora del programa.
Las experiencias positivas han sido replicadas en otros terrenos de Calama y ChiuChiu, donde la ayuda del programa ha sido fundamental, porque el trabajo más fuerte que es hacer las zanjas para enterrar el plástico estuvo a cargo de la empresa de operarios y el costo del plástico lo asumió el programa.
Incluso, adelantándose a la temporada, INIA adquirió una máquina zanjadora, que permitirá realizar este procedimiento con menor esfuerzo.
Solarizar requiere de un gran desgaste físico y un presupuesto mayor, pero acá cobra relevancia la cooperación entre agricultores. Este es uno de los motivos de la formación de “Grupos de Extensión Tecnológica” (GET), que reúnen a productores de una zona geográfica específica, así lo confirma Patricia Videla, jefa de la oficina técnica Calama del Instituto. “La idea es que se trabaje en grupo, porque ahí se abarata la mano de obra. Entonces, si se trabaja en comunidad y todos ven que la solarización está siendo efectiva, el próximo año se va a volver a replicar y se va a hacer en más terrenos. El agricultor ya no tendrá opción a duda y finalmente será una de las técnicas más replicadas”.
Si bien la solarización es una buena forma de controlar la maleza Mostaza Negra, en INIA no se detienen y siguen buscando alternativas con la misma eficiencia y con una mirada ecológica que hoy es fundamental, más aún cuando los propios agricultores piden más manejos agroecológicos.
“Ahora vamos evolucionando hacia lo que es la biofumigación, que es incorporar materia vegetal, guano y algunas familias vegetales que al descomponerse producen gases que nos ayudan con la desinfección del suelo. Este caso no sería solo para la Mostaza Negra, sino que también para enfermedades o algunas otras plagas que pueden afectarlos. Así que la solarización fue el primer paso y vamos en camino a mejorar e ir adaptándola a las necesidades de cada sector”, explicó Juan Luis Sepúlveda, agrónomo transferencista encargado de los trabajos en terreno del Instituto.
Estudios, investigación y trabajo constante en terreno que se ve reflejado, en el éxito de estas técnicas que recuperan la capacidad productiva de los suelos y apuntan al manejo agroecológico de éstos.