Una problemática que afecta a los agricultores locales.
A fines del año 2021 el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), en el marco de su Programa de Extensión con Enfoque Territorial para el Manejo y Control de la Maleza Mostaza Negra, recogió una serie de muestras de distintos suelos de la provincia de El Loa, para analizar sus características físicas y químicas en laboratorio. Hoy, los resultados dejan en evidencia que la sal depositada en los terrenos cultivables causa estragos, mermando la capacidad productiva y haciendo cada vez más compleja la actividad agrícola en la zona.
El estudio estuvo a cargo del Ingeniero agrónomo, Dr. Jorge Carrasco, experto en manejo de suelos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, quien recogió muestras de 8 predios de diversos sectores de Calama y Río Grande. Los resultados indican que -si bien las zonas estudiadas tienen buenas condiciones con altos niveles de fósforo, calcio y potasio- presentan una alta salinidad, lo que merma la capacidad productiva de los terrenos, afectando la producción de cultivos agrícolas.
“El mayor problema se origina producto que el agua tiene un alto contenido de sales. Entonces, de acuerdo con la experiencia y las conversaciones que hemos tenido con los agricultores, ellos señalan que en gran medida el aumento de la salinidad se debe a la calidad de las aguas”, dijo el doctor en Tecnología de Suelos.
Este problema, se genera principalmente por las aguas que se utilizan para el riego. En este sentido en Calama predomina, en alto porcentaje, el afluente del Río Salado y son esas sales las que por años se han acumulado en los terrenos.
El problema es muy complejo e incluso grave, principalmente porque se necesita agua dulce para “lavar” los terrenos agrícolas, recurso casi imposible de conseguir en la zona. “Llama la atención cómo puede haber cultivos que todavía sobrevivan bajo esas condiciones. Hay que acentuar el tema del control de la salinidad. Hacia allá se tiene que apuntar fundamentalmente todo tipo de plan de manejo agrícola”, concluyó Jorge Carrasco.
El caso de Río Grande es distinto. El especialista explicó que, en los predios agrícolas de esa localidad, los suelos presentan algunos problemas físicos derivados de la compactación, originados del uso de maquinaria agrícola. Esto, no permite que el agua infiltre con facilidad en el suelo y en consecuencia las tierras no alcanzan los rendimientos esperados, por verse afectado el desarrollo de las raíces de los cultivos. Además de verse complicado el lavado de sales, por efecto del agua de riego, hacia capas más profundas del suelo.
Durante su visita, el profesional recopiló nuevas muestras de San Pedro de Atacama, Calama y Chiu Chiu, para analizar en laboratorios de suelos y conocer las propiedades fisicoquímicas de estos campos y con ello tener una visión más general del área agrícola de la provincia de El Loa, que permitirá proponer distintas alternativas de manejo, para mitigar el efecto de las sales en la producción.
Ante la escasez de agua libre de sales en la zona, se pueden realizar otras acciones que permitan potenciar los cultivos, mermando los efectos adversos de la sal como por ejemplo el escarificado de los terrenos a más de 30 cms. de profundidad y la aplicación de yeso agrícola (sulfato de calcio). Además, la incorporación de guano u otras materias orgánicas, para potenciar el valor biológico de las tierras.
En el caso de Río Grande, la solución es escarificar a 40 cm de profundidad. Esto quiere decir romper las capas de suelo, para permitir que fluya el agua hasta capas inferiores, arrastrando de ese modo las sales. Para lograrlo es fundamental contar con maquinarias que permitan realizar ese trabajo, como lo es un arado escarificador o un arado subsolador, además de los tractores que posean la potencia necesaria para su funcionamiento.
El programa de Control y Manejo de la Mostaza Negra, que se desarrolla en la provincia de El Loa, no solo ha permitido a los profesionales enfocarse en el estudio de la maleza y sus formas de control, sino que también ver más allá y detectar otras problemáticas que afectan a la agricultura local, como la salinidad.
“Enfrentamos otro problema complejo. Pero nuestro trabajo, como Instituto y como profesionales, es encontrar soluciones para mejorar la capacidad productiva y hacer que la agricultura permanezca viva en la zona. El Loa tiene pasado agrícola, incluso anterior a la minería, siendo parte de la cultura ancestral, es patrimonio y tanto los agricultores como nuestro equipo de investigadores queremos mantenerla viva. Tanto el Ministerio de Agricultura, el Gobierno Regional como también el CORE están comprometidos en esa línea”, comentó Bárbara Vega, Ingeniero Agrónomo, directora del programa.
Agregó que INIA ya trabaja en un nuevo proyecto, más amplio, que incluso abarcará otras localidades del Alto Loa y San Pedro de Atacama, con el fin de potenciar y mantener viva la actividad agrícola en el desierto más árido del mundo.