Algunas tradicionales y otras nuevas marcaron un nuevo aniversario del campamento, donde grandes y pequeños fueron parte de esta fiesta que llena de vida al mineral.
Volver a Chuquicamata siempre es motivo de emoción, nostalgia, alegría y orgullo por ser parte de una gran familia minera que año a año se reúne para conmemorar un nuevo aniversario. En sus 109 años, las actividades estuvieron marcadas por la participación de niñas y niños que, gracias a su talento, van conociendo la historia del del campamento y siendo parte de esta tradicional fiesta.
Así lo demostraron integrantes del Club de Patinaje Artístico y Deportivo “Sol y Cobre”, el primero en Chile de carácter inclusivo y neurodivergente y cuyas niñas y niños demostraron sus habilidades en la pista del teatro Variedades. Su presidente y fundador de la escuela, Alexie Chamblas, agradeció a Codelco que “nos invitó a ser parte de este aniversario y ser en cierta forma custodios de este lugar. Como Sol y Cobre esperamos seguir proyectándonos acá para honrar la historia de Chuquicamata”.
La música no podía faltar con la participación de las bandas locales que se presentaron en el Club Chuqui, donde también se realizó un homenaje al grupo “Los Pampinos” a cargo de la Agrupación Folclórica Pequeñas Raíces de El Loa, donde niñas, niños y adultos representaron con sus coreografías los temas de esta emblemática agrupación.
Otra actividad novedosa fue la obra de teatro presentada en el cementerio de Chuquicamata, a cargo de la compañía de Teatro Patrimonial, donde se representaron las historias de personajes locales como también hechos tan trágicos como el polvorazo de 1965. Para Walter Saavedra, ex trabajador de Codelco, muy emocionado destacó la instancia que además de aprender de los relatos, “el discurso de la tronadura me hizo recordar cuando trabajaba en la mina y la tengo en el alma. Eso me impactó mucho, porque tenía 13 años cuando pasó el accidente”.
En las tradicionales actividades, como la misa en la parroquia El Salvador, el paseo por el tren minero, la romería y las exposiciones en los edificios emblemáticos, chuquicamatinoas/as de nacimiento y otros por adopción, recorrían cada rincón para recordar sus vivencias y para mostrar a las nuevas generaciones cómo vivían y trabajaban en el mineral.
“Llegué a trabajar a la Fundición, luego en Refinería y en la mina. Viví y me casé aquí, mi marido también trabajaba en la mina y mis hijos nacieron y se criaron acá, en sí éramos parte de la comunidad. Chuquicamata es una familia y siempre vengo, porque es un orgullo”, expresó América Campos.
Por su parte, Jorge Campusano, nacido en el mineral e hijo del atleta Luis Campusano, quien representó a Chuquicamata en diversas competencias nacionales e internacionales, comentó que “con mis hermanos y hermanas no veníamos hace 12 años, así que es emocionante para nosotros. Es bonito y ojalá no se pierda para que quede como patrimonio”.
Quien también llegó con sus hermanos y hermanas fue Iris Devia, quien nació en el mineral, pero dejó el campamento a temprana edad. “Es una emoción muy grande volver al lugar donde nací, me crié y recordar cosas muy hermosas que viví con mi familia. Vinimos para los 100 años y ésta sería la segunda vez que regresamos”, dijo.
Las actividades culminaron con el desfile cívico militar y la presentación de las bandas “Chilex” y Millenium” quienes llenaron de alegría y baile la plaza.